Agencia Esfera Informativa
Representantes del Gobierno de Biden viajaron a Caracas el pasado fin de semana. Esta apertura diplomática incluye también a Arabia Saudí
El Mundo- La invasión rusa de Ucrania ya ha producido dos vencedores inesperados: Venezuela y Arabia Saudí. El fin de semana, Estados Unidos inició una apertura diplomática hacia ambos países, a los que necesita para que suplan el petróleo ruso que esta desapareciendo del mercado a consecuencia de las sanciones a las transacciones financieras impuestas a Rusia.
Arabia Saudí es el único país productor que tiene capacidad para bombear más crudo, mientras que Venezuela también puede sacar más hidrocarburos debido a que sus exportaciones se han visto limitadas tanto por la sanciones internacionales como por la desastrosa situación técnica y de gestión de su monopolio petrolero estatal, PDVSA, convertido por el chavismo en una especie de cajero automático para financiar al régimen.
Por el contrario, en Estados Unidos, que es el primer primer productor mundial de petróleo, harán falta seis meses para aumentar significativamente la producción, según fuentes de la industria en la conferencia anual CERA Week, de S&P, que comenzó ayer en la ciudad de Houston. Al mismo tiempo, los perdedores en esa dinámica son las fuerzas democráticas en Arabia Saudí y en Venezuela.
En el primero de esos países, el gobierno de Biden está dando marcha atrás en su política de distanciamiento, Y no es descartable incluso una visita del presidente a Riad el mes que viene.
En Venezuela el cambio ha sido todavía más radical: el sábado, en un inesperado movimiento diplomático, una misión de representantes del Gobierno de Joe Biden viajó a Caracas en secreto para reunirse con el equipo de Nicolás Maduro.
El presidente venezolano, Juan Guaidó, al que reconoce EEUU, no fue avisado del viaje, según informó el domingo el diario New York Times. Eso significa que, en la práctica, Washington reconoce al régimen de Maduro como el gobierno de Venezuela, rompiendo así con tres años en los que EEUU, la UE, y otros 60 países han considerado a Guaidó presidente legítimo del país.
La apertura estadounidense parece basarse en dos pilares. Por un lado, el aislamiento de Vladimir Putin. Los únicos países que reconocen las repúblicas inventadas por Rusia en las ex repúblicas ex soviéticas (entre ellas, dos en Ucrania) son Cuba, Nicaragua, Venezuela, y Nauru. Eso pone de manifiesto los tremendos lazos entre esos países y Putin.
Paradójicamente, Nicaragua y Venezuela son los más cercanos a Rusia. Eso se debe a que el dictador nicaragüense Daniel Ortega siempre se ha apoyado mucho en Moscú, y la seguridad personal de Maduro está en manos de los rusos, ya que no se fía de los cubanos. Por el contrario, Cuba no necesita a Rusia porque ya tiene su propio aparato represor e institucional creado y establecido”, según asegura una persona con conocimiento de la situación, que añade que “a La Habana le interesa la ayuda económica, y eso es algo que Rusia no pide darle”.
El otro elemento es el petrolero. El crudo de Venezuela es pesado, como el ruso. Eso simplifica, en principio, reemplazar uno con otro. El 3% del petróleo crudo que Estados Unidos importa procede de Rusia, aunque, cuando se consideran los productos derivados, la proporción alcanza el 8%.
El Gobierno de Biden no quiere suspender las importaciones de petróleo ruso, pero la mayor parte de los congresistas -incluyendo a pesos pegados de su partido, como la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi- le están presionando para que lo haga.
Y la cancelación de las compras de petróleo y derivados de Rusia por Estados Unidos no tendría un impacto muy grande a nivel global en el mercado en términos de volumen. Pero sus consecuencias psicológicas serían enormes, ya que enviaría una señal muy clara de que Estados Unidos considera que la energía es también un arma para obligar a Putin a que se retire de Ucrania.
El fin de semana Estados Unidos inició conversaciones con sus socios europeos para reducir las compras de petróleo ruso. “En este momento, existe una política voluntaria de reducción de importaciones”, explica Philip Cornell, de la consultora Economist Impact y el think tank Atlantic Council.
Pero el principal importador del crudo ruso, Alemania, no quiere oír hablar de recortes de importaciones. El canciller germano, el socialdemócrata Olaf Scholz, Declaro ayer Berlín no puede romper “de la noche a la mañana las comillas las importaciones de energía de Rusia.
Fuente: https://www.elmundo.es/economia/2022/03/08/622661f9fdddffcd468b456d.html